Es indudable y parece tan claro que no hace falta escribir nada sobre esta cuestión, pero esta mañana pensando en la lectura, que es uno de mis entretenimientos más asiduos, he recordado mi vida lectora desde el punto en que comprendí que los signos que veía en los libros eran letras y que uniendo letras se formaban palabras y que esas a su vez hacían frases que tenían sentido y que decían cosas y que contaban historias y hablaban de otros mundos que yo desconocía.
El primer libro que cayó en mis manos era un tratado de horticultura que mi padre tenía, que alguien le había regalado porque estaba empeñado en plantar un huerto, ese es otro tema que ya contaré, ese libro en el que se veían pepinos calabazas tomates y todo lo que se puede plantar y sirve para comer, fue mi primer libro para «mirar santos» así nos decían que hiciéramos cuando nos aburríamos y nos daban el libro que no sabíamos leer: Bueno pues te entretienes mirando los santos, que no eran otra cosa que los dibujos que en las páginas había para ilustrar los textos.
Así se desarrolló mi curiosidad por saber qué decía aquello, qué era lo que había que hacer para tener esos hermosos melones y tomates que se veía en «los santos».
Los libros que tenía a mi alcance eran los cuentos de Flechas y Pelayos, que mi padre con su hermano pequeño habían ido comprando cuando disponían de algunas «perrillas» así me lo relataba mi padre. Esos fascículos los había ido cosiendo mi abuela uno con otro y haciendo engrudo con harina y agua había pegado una tela al lomo y así había formado un hermoso libro que se guardaba en el desván de la casa, y que cuando yo iba a pasar alguna temporada con mi abuela y tíos, era lo primero que pedía que mi tía fuera a buscar al desván para que me lo leyera, mi tía estaba muy atareada y tardaba en subir a por los cuentos de Mari Pepa que era como yo los llamaba porque de todo lo que en ellos se contaba a mi sólo me interesaba la historia de Mari Pepa una niña que vivía en un barrio del centro de Madrid y que tenía un Hermano mayor y otro más pequeño que ella, y tenía una hermosa muñeca con la que pasaba muchas aventuras. Era mi sueño llegar a casa de mi abuela y que mi tía me leyera historias de Mari Pepa, pero no siempre lo hacía volando como yo quería, algunas visitas de las que hacíamos eran por la matanza y había tanto que hacer que era imposible complacerme, yo quería subir y entretenerme en el desván con el cuento hojeando yo sola, pero eso era imposible las escaleras eran muy empinadas y estaba muy oscuro, hubiera sido fácil burlar su vigilancia por que estaban todos muy ocupados pero ¡ay! yo era una niña pequeña y me habían dicho que al desván no podía subir sola porque había muchos peligros y aunque lo intentaba y abría la puerta y me asomaba, la oscuridad iluminada por unos rayos claros que se filtraban por la techumbre, el olor a polvo y trastos, me hacia desistir, y esperaba paciente haciéndome una muñeca con un cojín y arropándola con una toquilla de mi abuela; en aquel entonces éramos dos hermanos Jesús tendría un año y yo tres, así fueron pasando años y llegando niños, nuestros hermanos, a mi seguían mandándome a casa de la abuela por los veranos, poco a poco me fui dando cuenta que el ir al colegio servía para algo, porque ya sabía leer y además entendía lo que leía, era una suerte porque ya no necesitaba a nadie para que me leyera los cuentos de Mari Pepa. Emilia Cotarelo era la narradora de los cuentos de Mari Pepa, cada revista se componía de diferentes publicaciones: Teodorito y su chacha… Por si alguien quiere saber sobre esta publicación de los años cuarenta del siglo XX, (se dejó de publicar en el año 1949. Dejo un enlace con Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Flechas_y_Pelayos
Siempre me ha gustado aprender y en ello he encontrado satisfacción, y todo lo que sé lo debo a los libros que nunca me dejan de sorprender, puedo decir que siempre he tenido algún libro entre las manos, un TBO una revista un periódico, algo que tuviera letras y que contara historias cuentos anécdotas fabulas, todo de todo cuanto caía en mis manos lo devoraba, daba lo mismo si tenía fiebre o sueño nunca dejaba de leer, aun descuidando otras tareas que me eran encomendadas, parece exagerado pero no lo es, mi madre me decía que me iba a quedar sin ojos pero a mí eso no me importaba, era mi vida lo que es lo mismo, la pasión que me movía.
En aquellos años de mi niñez el ayuntamiento de mi pueblo por las Ferias y Fiestas de junio, regalaba a los niños una bolsa de caramelos y un obsequio, si eras aplicado, ese es el motivo que está en mi recuerdo por lo que un año recibimos como regalo, un libro mi hermano y otro yo. No tendría más de siete años y mi hermano cinco, bien sabe Dios que todo lo sabe que yo quería los dos y trataba de saber cual era más bonito para convencer a mi hermano que me lo cambiara, pero no, el suyo era Ben-Hur y el mío El Último Mohicano, cosa que no me parecía muy bien, pero que tuve que aceptar. eran libros para niños y contaban la historia a doble página en la de la izquierda estaba la letra y en la derecha se veía contado en viñetas, me leí volando las viñetas y como me gustó tanto, empecé rápidamente a leer la parte de las letras; quedé enganchada para toda la vida, ¿a los libros? creo que a las historias que cuentan los libros que aunque parezca lo mismo no lo es, y se esto porque también he sido enamorada del cine y del teatro y de los sainetes, de todo lo que contase algo, ¿el genero? entonces y durante mucho tiempo no supe lo que era eso y leía sin importarme a que género pertenecía. Un segundo libro, tercero porque también leí el de mi hermano y la historia de Ben-Hur no se borró de mi pensamiento nunca y marcó muy claro lo que son los buenos y los malos sentimientos y quien obra bien y quien solo mira por sus intereses sin importar quien caiga, era muy pronto pero lo vi claro, el tercero era un libro que como no podía ser menos en aquellos años era del Frente de juventudes, lo he buscado pero no se donde parará, estaba en casa de mis padres, tampoco lo encuentro en las librerías actuales ni en internet, pero recuerdo la historia que contaba, a grandes rasgos era un joven pastor que mientras cuidaba de sus ovejas por el campo, escribía y se le daba bien aunque no tenía cultura, y fue a pasar un verano a su pueblo un niño de la ciudad, joven como él y se hicieron amigos, pero este joven era un aprovechado un ser sin escrúpulos que le engañó y diciéndole que iba a publicar su libro se lo llevo y sí lo publicó pero con su nombre, el pastor llegó a enterarse pero no se cual es el final porque no lo recuerdo es mucho más importante el cuerpo que el final. Eso también me enseño mucho, iba aprendiendo y guardando en mi memoria, rasgos del alma humana, de la condición del ser y de sus miserias y grandezas.
Mi hermano y yo hicimos colecciones de cuentos lo que teníamos cuando nuestra abuela venia o los tíos y tías nos daban alguna propina lo gastábamos en el estanco de la calle Zapateros en Las aventuras del Capitan Trueno o en las de Sisi nos daba lo mismo lo compartíamos todo.
Entre lecturas llegué a la adolescencia y tuve amigos que me prestaron libros de todo tipo, era igual que tratasen de arquitectura de psicología o de filosofía, realmente es cierto que también novelas de amor ahí hemos llegado, la edad lo requería, una romántica empedernida siempre enamorada del amor no podia haberse hecho sin novelas de amor, pero también de espías, de guerra y sobre la guerra, no voy a aburrir ni diré ningún titulo, me hice socia del circulo de lectores y seguía leyendo, hasta que me casé y después seguía leyendo, y sigo leyendo.
¿Que tiene que ver el titulo que he puesto con esto que os cuento? porque según esto yo no he cambiado, pues sí lo he hecho, veréis, nunca dejaba un libro sin terminar, me gustara más o menos lo terminaba, hoy lo dejo tranquilamente por diferentes razones: porque según mi criterio esté mal escrito, no soy escritora pero quien lo es debe hacerlo bien. Porque se enrolla y no va al grano sin estar justificado dar tantos rodeos. Por que quiera ser oportunista y enganchar a muchos lectores haciendo publicidad y convenciendo de que si no lees tal o cual libro no eres moderno ni estás al día. Hay muchos casos en que lo empiezo y si me gusta sigo y si no por muy actual que sea y tenga miles de lectores en todo el mundo no lo leo, me gusta juzgar por mi misma, si no es sincero lo dejo tranquilamente. Y principalmente porque hoy puedo manifestar mis puntos de vista sin miedo a no ser como todo el mundo, y tengo derecho a que Cien años de soledad, de todo un premio Nobel no me guste, sí… porque no tengo cultura para entenderlo, bien. Lo que ustedes quieran pero es como es, no me gusta. Lo he leído.
Por esas razones hoy he cambiado respecto a terminar de leer determinado libro, o ni siquiera empezarlo por muy famoso que sea.
Siempre fui feliz con un libro en la mano, pensé que estaba enamorada de los libros tengo una habitación llena de libros, si, es cierto, me gustan los libros, los cuido los forro para leerlos no me gusta subrayar en ellos, los respeto y los conservo, si me los dejan los devuelvo impecables y si los presto los persigo, aunque alguno se haya extraviado pero no importa.
Otra razón por la que con el tiempo he cambiado es que me gusta leer en cualquier medio de los que hoy tenemos al alcance de nuestras manos; el ordenador, en casa cómodamente sentada en mi sillón, leo en el ordenador, pongo la letra todo lo grande que quiero, no veo como veía, y a veces hago que el ordenador me lea el libro, y me quedo tranquilamente escuchando con los ojos cerrados imaginándome los mundos que me describe. Otras veces leo en la tablet en el jardín en el balcón, en cualquier parte, reposando, de día o sin luz, también leo en el teléfono, si estoy en la consulta esperando mi turno, leo cómodamente, puedo hacer la letra todo lo grande que quiera, ¿una página me dura más? bueno y ¿tengo prisa?, pues no claro que no.
Ahora tengo un libro digital, es estupendo, guarda memoria de por donde voy me aclara las dudas y me resuelve una palabra que no entiendo sin necesidad de mirar al diccionario porque este libro ya lleva uno incorporado ¿que no es lo mismo que un libro de papel? no, no lo es y eso es lo que a mi me ha hecho reflexionar sobre si me gustan los libros si soy amante de los libros, si puedo formar parte de los grupos, tantos que hay, de Amantes de los libros, tal o cual, o de tal o cual pueblo. pues no amigos, no soy amante de los libros, hoy lo se, soy amante de las historias que cuentan, del conocimiento que imparten de la libertad que dan, de la compañía que me hacen de y ¡de tantas cosas que las historias que los libros cuentan! y me aportan con cada lectura que hago. Por eso sigo leyendo, por eso sigo aprendiendo por eso medito, por eso soy libre en lo más profundo de mi ser, y soy feliz, y estoy contenta porque se haya inventado un libro digital que no pesa porque mis manos no pueden sostener un libro mucho tiempo pero sigo leyendo libros de muchas páginas sin cansarme y por eso digo que sí, el paso del tiempo te cambia, no soy ni parecida a la que era a los cuarenta años, ni defiendo las cosas que defendía y por eso me callo cuando me dicen: tu no eres amante de los libros, tienen razón no lo soy, es mucho más que eso lo que yo siento por los libros en todos los minutos de mi vida.
Queridos amigos no espero comprensión, pero si vuestro cariño.
Elisa.